Estas patatas están deliciosas. Llevaba muchísimo tiempo con ganas de prepararlas pero, por alguna razón, nunca me ponía manos a la obra. Son facilísimas de hacer, el horno se encarga de casi todo el trabajo y son una guarnición perfecta para un pollo asado, una carne, un pescado con sabor o, si como a Miguel, os gustan las patatas con locura, una delicia para una cenita de fin de semana acompañadas de una ensalada verde.
No os dejéis engañar por el hecho de que lleven ajo, a mí no me gusta demasiado y las patatas me han encantado.
No os dejo cantidades, dependerá todo de cuántas patatas queráis hacer.
Ingredientes:
- Patatas medianas.
- Dientes de ajo.
- Sal en escamas (o sal gorda).
- Pimienta negra recién molida.
- Aceite de oliva.
- Mantequilla.
Elaboración:
Precalentamos el horno a 200º C.
Lo primero será pelar y laminar los ajos. A continuación lavamos las patatas muy bien puesto que las vamos a hacer con su piel. Una vez bien limpias, las secamos con un paño y las ponemos sobre un cucharón para poder cortarlas en rodajas finas sin llegar al final.
El cucharón frenará la hoja del cuchillo y nos facilitará la tarea.
Intercalamos una lámina de ajo cada dos lonchas de patata. Si os gusta mucho el ajo podéis poner más cantidad.
Añadimos un chorrito de aceite de oliva, despacio para que penetre por las aberturas y ponemos sal en escamas y pimienta negra recién molida por encima, dejando también que caiga entre las lonchas de patata.
Encima del todo ponemos mantequilla e introducimos al horno.
Como siempre os digo cada horno es un mundo y también dependerá del tamaño de las patatas pero más o menos en 40 minutos deben estar en su punto.
La piel crujiente y la carne tierna, con mucho sabor, jugosa.
A mi me han encantado y pienso hacerlas más a menudo variando ingredientes, por supuesto.